martes, 22 de julio de 2014
VERANO DEL 14
Con tantas cosas como bailan a mi alrededor empiezo a ser perezoso para escribir las entradas de mis blogs. Ahora que ya me he jubilado compruebo que tengo menos tiempo, que las horas apenas me rinden, que el malvado Cronos se empeña en correr como un galgo. Muchos me preguntan si ahora descanso a mis anchas, si hago todo aquello que antes no pude hacer, la respuesta es no, los días se me pasan sin sentir y los libros y revistas se amontonan en mi mesa sin que logre darles salida. Además, voy seleccionando lo que hago con ojos de avaro del tiempo, sólo leo, por ejemplo, lo que creo esencial y lo que me produce placer, y eso excluye muchos tediosos informes arqueológicos, escritos tan mal que causan repulsión, y que tampoco añaden nada nuevo a lo que ya sabemos. Rayos y truenos, a estas alturas todavía hay que gritar aquello de que no es arqueólogo el que excava y describe lo encontrado, sino el que lo interpreta correctamente y hace avanzar el conocimiento antropológico de la cultura de que se trate, o al menos plantea buenas hipótesis, sugiere caminos diferentes, expresa dudas y hace reflexionar a los colegas. Hace calor en Madrid, aunque no tanto como otros veranos.
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