FIRMA DE LIBROS

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DRAGONES

DRAGONES
Dragón en un vaso maya

miércoles, 26 de mayo de 2010

MÁS SOBRE PIRÁMIDES

Cuando hablamos de las dimensiones de las pirámides, en Mesoamérica o en otros lugares, conviene distinguir entre el edificio propiamente dicho y el acondicionamiento del terreno sobre el que se levanta. Como es lógico, en muchas ocasiones se aprovechó el relieve del suelo para construir sobre elevaciones naturales, pequeños promontorios o simples desniveles. Por eso, la cota de la construcción artificial se puede calcular de forma inexacta. En el caso de Toniná, por ejemplo, se trata de una acrópolis con un aterrazamiento expansivo sobre un terreno favorable. En el caso de El Mirador sucede algo parecido. Y eso no resta mérito a los ingenieros y arquitectos mayas; como ocurre en la formidable obra de Monte Albán, sucede a veces que las explanadas requieren un esfuerzo mayor que los edificios que se alzan en ellas. Y las terrazas llamadas basales también; en Oxkintok la modesta -aunque muy interesante- pirámide del grupo May se levantó sobre una megalítica plataforma basal cuyo relleno exigió mover inmensas piedras para nivelar e igualar el terreno. ¿Desde dónde debemos medir la altura de esa pirámide, desde el pavimento de la plataforma, desde el suelo de la plaza frente a la fachada, o desde un terreno más lejano que no haya sido acondicionado a propósito?

jueves, 13 de mayo de 2010

LA PIRÁMIDE MÁS GRANDE

Esta mañana les decía a mis alumnos que probablemente la pirámide más grande de Mesoamérica es la de Cholula, un verdadero cerro de más de 400 metros de lado en la base por unos 66 metros de altura, pero el caso es que la Pirámide del Sol de Teotihuacán tiene unas dimensiones semejantes, y el Templo IV de Tikal no debe ser mucho menor. ¿Por qué unas pirámides son tan voluminosas y elevadas y otras muchas no superan los 30 metros de altura?
Se podría argüir que depende de la riqueza y el poderío de las culturas que las construyen, pero la realidad es que Cholula nunca fue una sociedad comparable a Teotihuacán o a Tikal, y también se puede decir que depende del personaje, auténtico o imaginado, al que esté dedicada la construcción. Pero tampoco es así, pues las principales pirámides toltecas dedicadas al gran Quetzalcóatl, incluida la bellísima de Chichén Itzá, nunca fueron especialmente colosales. Y el rey que ordenó levantar el Templo IV de Tikal fue seguramente menos poderoso que su padre y que su abuelo, cuya pirámide-mausoleo es bastante menos gigantesca, aunque muy esbelta y de contundente perfil. Los templos-montaña, que nosotros solemos llamar pirámides, de los mayas o de otras gentes precolombinas, son símbolos de lectura e interpretación algo más complicadas de lo que se cree: como en el caso del templo funerario del fundador de la dinastía clásica de Copán, otros factores resultan tal vez esenciales, como la ornamentación esculpida y pintada. En Mesoamérica, mucho más que en Egipto, esos monumentos arquitectónicos ocultan aún muchos secretos y enigmas.