FIRMA DE LIBROS

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DRAGONES

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Dragón en un vaso maya

lunes, 1 de febrero de 2010

LA TAREA DE LOS ARQUEÓLOGOS

Se ha escrito mucho sobre los fines y métodos de la arqueología, pero a fin de cuentas cada profesional la practica a su manera. Priman los métodos tradicionales y convencionales, adobados con el recurso a las nuevas tecnologías. No parece un mal procedimiento si tenemos en cuenta lo mucho que hemos aprendido en el último siglo sobre las culturas y civilizaciones antiguas. Pero hay una cuestión poco discutida y que quiero mencionar aquí, la dicotomía entre arqueología de campo y arqueología de gabinete. Porque hay arqueólogos que se pasan la vida en el campo, excavando, y otros que llevan a cabo uno o dos proyectos importantes y luego se retiran a meditar sobre ellos, a poner en orden datos e ideas, y a publicar sus interpretaciones. Estos últimos se parecen a los grandes antropólogos que, luego de una larga temporada en la sociedad elegida, dedican el resto de su tiempo a analizar minuciosamente lo que han observado. Los excavadores que excavan y excavan suelen saber más que nadie sobre los yacimientos investigados pero publican poco, sobre todo los latinoamericanos, y a veces se llevan a la tumba una valiosísima información. Recuerdo ahora a excavadores de Edzná o de Machu Picchu, a mis buenos amigos Millet Cámara y Chávez Bayón, de los que siempre esperó todo el mundo extensos libros. Y también Ramón Carrasco podría llenar miles de páginas con todo lo que sabe sobre Kabah y Calakmul. Las instituciones que patrocinan los proyectos deberían obligar a sus patrocinados a sentarse cada cierto tiempo y redactar volúmenes para la imprenta. Recordemos que al excavar se destruyen los datos que la tierra guarda, y que sólo el excavador puede recogerlos, estudiarlos, conservarlos, analizarlos y difundirlos.

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