FIRMA DE LIBROS

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DRAGONES

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Dragón en un vaso maya

martes, 2 de diciembre de 2014

OTRA NAVIDAD

Un año más. El siglo XXI avanza con paso decidido jalonado por las fiestas y los rituales que señalan precisamente la existencia de ese tiempo que nos va gastando sigilosamente. El año que viene será muy interesante en España, hay elecciones y la política anda últimamente muy revuelta. La gente está muy enfadada con los partidos grandes que han gobernado el país desde que murió Franco; además de su inoperancia se les culpa de la crisis económica y de la avalancha de corrupción que amenaza con engullir cualquier otro avance o logro. España ha atravesado los mejores 35 años de su Historia, nunca había tenido eso que llaman un "estado del bienestar", con sanidad (buena) gratuita y con educación (mala) también gratis, con un desaforado consumismo, millones de coches, televisores, teléfonos móviles, ordenadores y demás artilugios electrónicos, vacaciones y fiestas para todos, carreteras llenas de viajeros de fin de semana y puentes, en fin, lo que querrían tener para sí los pueblos de África, por ejemplo. Para darse cuenta cabal de los cambios hay que tener más de sesenta años, cuando yo era un adolescente nada de eso existía. Y, sin embargo, la gente está muy muy enfadada, y dispuesta a no votar o a hacerlo a partidos radicales, extremistas, separatistas, o a los que no tienen ninguna experiencia y proponen medidas disparatadas. ¿Qué ha sucedido? Pues lo mismo que le sucede al niño que ha tenido toda clase de caprichos, satisfecho, mimado y acostumbrado a lo fácil, de pronto se hace adulto y ya no le caen las cosas del cielo, tiene que esforzarse para lograrlas, y llora y grita, y odia a todos, sus padres los primeros. Los españoles han abierto los ojos y se han dado cuenta de que los políticos son corruptos, que muchos empresarios lo son también o tratan de explotar a los trabajadores y lucrarse sin medida, que la justicia no es igual para todos, que hay mil y un defectos en esta democracia modesta y precaria que tenemos. Lástima, no se trata de echar abajo un edificio que nos ha alojado muy bien porque le hayan salido grietas, sino de rehabilitarlo procurando que no se nos caiga encima. Mientras tanto celebremos la Navidad, que siempre es símbolo de alegría y amor. Después, en 2015, ya veremos. ¡Felicidades!

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