FIRMA DE LIBROS

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DRAGONES

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Dragón en un vaso maya

miércoles, 27 de octubre de 2010

LA SANGRE DE LOS MAYAS

He visto un documental de National Geographic sobre Teotihuacán. Se llama, no sé muy bien por qué, Las pirámides de la muerte. Aparecen varios investigadores, algunos amigos míos, diciendo cosas sobre la gran civilización que no añaden nada nuevo a lo que ya casi todo el mundo sabe. O mejor, no sabe, pues esa cultura, cuya influencia en el área maya fue determinante en muchos aspectos, es quizás la más misteriosa de Mesoamérica: ignoramos cómo se gobernaban los teotihuacanos, ignoramos dónde están enterrados sus dirigentes y cuáles eran sus nombres, ignoramos qué idioma hablaban, ignoramos las razones que les llevaron a emprender tan colosales obras como las pirámides del Sol y de la Luna, y también ignoramos la causa de que las restantes pirámides de la enorme urbe parezcan raquíticas al lado de las primeras, y eso que Teotihuacán fue creciendo en poder y riqueza desde el siglo I d.C. hasta por lo menos el siglo VI d.C.
Parece ser que las gentes de Teotihuacán, como todas las mesoamericanas, practicaban los sacrificios humanos más o menos reiteradamente, y en el documental, donde se afirma que las víctimas eran prisioneros de guerra, el actor que hace de sacrificado va ataviado, pintado y decorado, como si fuera maya. Quiere esto decir que, para los autores del documental, de los enfrentamientos entre teotihuacanos y mayas surgieron cautivos que, trasladados a la lejana metrópolis, acabaron sin corazón o sin cabeza. Ciertamente, algunas pruebas hay de que tal cosa sucedió, pero me extraña que los mayas no dejaran a su vez constancia escrita de esas derrotas y de los tristes destinos de ciertos miembros de su sociedad. En realidad, y dada la inmensa importancia de Teotihuacán, los mayas dedicaron muy poca atención en sus numerosas inscripciones jeroglíficas a esos invasores y poderosísimos comerciantes.