FIRMA DE LIBROS

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DRAGONES

DRAGONES
Dragón en un vaso maya

viernes, 15 de julio de 2011

El largo y cálido verano

Siempre que llega el verano me hago multitud de propósitos. Supongo que le pasa a mucha gente, aprovecharé las vacaciones para esto y para lo otro, luego, como en un suspiro, llega septiembre y empezamos de nuevo la rutina de la Universidad. Tengo media docena de libros sobre la mesa esperando el momento adecuado para enfrascarme en su lectura y análisis, y también algunos compromisos para escribir artículos. Debería viajar a Guatemala para visitar el sitio de La Blanca, en el Petén, donde un equipo de las universidades de Valencia trabaja desde hace años, excavaciones de gran interés por la excelente arquitectura recuperada y por la gran cantidad de grafitos descubiertos, pero no creo que me sea posible. Además, quiero revisar multitud de películas que ahora, felizmente, poseo en casa en el formato DVD. En fin, no tengo tiempo para aburrirme, ni para el ocio entendido como dolce far niente, aunque añoro aquellos veranos en los que pasaba largas temporadas en América o viajando por el mundo. La edad impone ciertas calmas, ciertas pausas, ciertas lentitudes. Hace poco he sabido la terrible noticia de la muerte de Juan Antonio Valdés, un hombre joven e inteligente, que ha hecho grandes cosas en arqueología maya, amigo desde hace muchos años y compañero de viajes y experiencias en más de una ocasión, su muerte se une a la de Juan Pedro Laporte y a la de Lorenzo Ochoa, todos desaparecidos cuando todavía tenían tantas cosas que decir. Quiero imaginármelos en el más allá discutiendo de las consecuencias de la llegada de los teotihuacanos a Tikal, del lenguaje de los olmecas, de las fechas de Chilonché. Estoy seguro que ese Otro Mundo, al que van indudablemente las personas buenas y generosas, es como un largo y cálido verano, donde perezosamente, sin prisas, uno puede hablar, y reír, y leer, y amar, para siempre.